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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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22-05-2011

 

 

 

Caducidad

Reflexiones necesarias e indeseadas

SURda

 

Julio A. Louis 

La derrota del Frente Amplio y del movimiento obrero-popular en torno a la anulación de la Ley de Caducidad impone reflexiones necesarias e indeseadas.

Se ha afirmado la impunidad al no eliminarse la ley declarada inconstitucional en veintiséis fallos de la Suprema Corte de Justicia, por el Parlamento, por el Poder Ejecutivo y violatoria de los derechos humanos según la Corte Interamericana, a la que Uruguay adhiere desde 1985. Así, se mantiene la impunidad de los responsables de delitos de lesa humanidad y la desconfianza del pueblo ante el poder de las Fuerzas Armadas, que han presionado de diversas maneras. Entre los afectados figura la oficialidad ajena a los tiempos dictatoriales, que seguirá sintiendo esa desconfianza de sus conciudadanos.

El prestigio de los principales líderes del Frente Amplio (Mujica, Astori, Vázquez) ha caído, en especial el del actual presidente, de triste desempeño. Mantiene la incoherencia que emana de la utópica pretensión de atenerse al programa de la fuerza política (que indica la lucha entre dos bloques políticos-sociales) que lo llevó al sillón presidencial y la tesis de la "unidad nacional", entre el capital (incluido el de las trasnacionales) y el trabajo, entre los represores y las víctimas, entre los dueños de los medios masivos de comunicación y la ciudadanía cautiva de los contenidos de sus programaciones. El Presidente ha logrado la difícil conjunción crítica de la oposición y de los suyos, aunque por distintos motivos. El Frente Amplio, el PIT-CNT, Fucvam, Familiares y otras organizaciones sociales unánimemente coinciden. Y si se ha salido con la suya (aunque nadie sabe muy bien qué quería) es por la conducta de sus "incorporaciones" a la 609, las cuales dieron las notas divisionistas en cada cámara, alegando su no pertenencia al FA.

El Frente Amplio ha demostrado falta de capacidad para gobernar. Desde el 19 de mayo todos sabemos que cuando se trate de dar un paso adelante en un sentido nacional, democrático, de proyección social, que enfrente con firmeza al bloque del gran capital y de sus testaferros, se estará ante el peligro de que alguien actúe según "su conciencia" para impedirlo. Al contrario, cuando se trate de dar pasos inconvenientes que beneficien al bloque del gran capital, como la Asociación Pública Privada, que contará con los votos de la oposición, ya no hay razones para que la izquierda del Frente se abstenga de marcar su voto contrario, ni que deba renunciar como lo hizo Chifflet.

En tanto no todos se sienten obligados a la disciplina, para gobernar se requerirá en cada caso de los consensos, cada día más difíciles, en especial con el equipo económico, que lanza proyectos al Parlamento y recién después los discute con su fuerza política. La izquierda del Frente Amplio debe marcar su perfil y su voto en temas tales como la primarización de la economía, el extractivismo minero, la concentración de la tierra, las ventajas ofrecidas al capital extranjero mediante tratados de inversiones o de zonas francas, las prebendas otorgadas a las Fuerzas Armadas, la permisividad frente a los contenidos alienantes trasmitidos por canales y medios masivos de comunicación. No marcar desde ahora presencia, con claridad, implicaría complicidad. Bien ha dicho Jorge Arrarte, candidato de los socialistas allendistas-Frente Amplio en las elecciones chilenas de 2010, que en tanto los socialistas no supieron llevar a la Concertación hacia la izquierda, terminaron arrollados por la putrefacción de aquella. La izquierda frenteamplista tiene que evitar su desaparición, haciendo crítica pública e interna de la actuación de los representantes del Frente Amplio en los diversos organismos públicos toda vez que sea necesaria. Y deberá ser muy dura con la demagogia de la derecha, que exige enjuiciar a los menores delincuentes ­generados por la miseria y degradación por ella provocadas­ pero que ampara a los delincuentes y criminales de las FFAA dictatoriales.

Los escribas del gran capital de "El País" o "Búsqueda" han señalado la contradicción entre el Plenario del FA y el gobierno. Es verdad. El Plenario del Frente Amplio representa la opinión de la militancia. Una fuerza política de izquierda debe ser conducida por sus elementos más activos y conscientes, los que con su acción deben atraer a los sectores intermedios y enfrentar a los enemigos. La militancia se mueve con su razonamiento, por lo general más avanzado que el común de la masa, y no debe renunciar a la adopción de decisiones. Conociendo el estado de conciencia general, cuidándose de no caer en el ultrismo pueril, tiene que opinar y conducir, como muy bien ha hecho el Plenario Nacional. O como se ha hecho en el PIT-CNT y otras organizaciones sociales, desmintiendo las opiniones de quienes les acusan de ser seguidistas del gobierno.

Por último, el comportamiento del Presidente ha asestado un duro golpe al idealismo de la militancia, base de la búsqueda de otro mundo y de otro país posible y sustento principal del Frente Amplio. Será difícil convencer a los jóvenes en especial, rebatir argumentos que señalen la complicidad del gobierno con el bloque del gran capital, sostener que el Frente Amplio puede seguir avanzando como hoy es. Muchos creemos que se debe afirmar entre las fuerzas de izquierda del FA un programa de transición socialista y elegir nuevos líderes. El senador Enrique Rubio ­cuya honestidad y capacidad están fuera de dudas­ ha afirmado que deben construirse pocos conglomerados en el Frente, uno de los cuales ya es el Frente Líber Seregni. Llamémoslo "el partido de los socialistas", como ha dicho José Díaz, o de otra forma, pero es evidente que la izquierda del Frente Amplio debe evitar ser arrastrada por la tibieza reformista predominante, como ha sucedido en Chile.

 

 

 
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